PIEL Y TACTO
El sentido del tacto o mecanorrecepción es aquel que permite a los organismos apreciar las sensaciones externas de frío, calor, presión, textura, vibración, cosquilleo, así como el peso que sostenemos, la fuerza que nuestros músculos ejercen, etc. Y nos protege contra sensaciones que nos pueden causar daño o dolor, denominados nociceptores.
El sentido del tacto no solamente se encuentra en las manos, está presente en toda la piel que cubre nuestro cuerpo. Este sentido es tan extenso y complejo que el organismo cuenta con cuatro millones de receptores para percibir el dolor, 500 mil para sentir la presión, 150 mil para la percepción del frío y 16 mil para el calor.
El tacto pertenece al sistema sensorial cuya influencia es difícil de aislar o eliminar. Un ser humano puede vivir a pesar de ser ciego, sordo y carecer de los sentidos del gusto y el olfato, pero le es imposible sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel.
La piel es el revestimiento externo de nuestro cuerpo, y su función es mantener nuestra temperatura y la cantidad de agua, percibir sensaciones del tacto y otras, y defendernos contra los microbios. A partir de ella se forman los pelos, las uñas y las glándulas cutáneas, y al llegar a un orificio corporal la piel se continúa por su interior mediante una mucosa, como sucede en el interior de los labios y en los orificios nasales.
Distinguimos tres capas en la piel, de arriba abajo: la epidermis, la dermis y el subcutis. La primera es superficial y de poco espesor de hasta dos décimas de milímetro. Se encuentra en contacto con el exterior y está formada por un tejido epitelial plano del que existen muchas capas. En ella se hallan los melanocitos o células productoras de melanina, que es el pigmento que da un tono más o menos oscuro a nuestra piel y que se produce en mayor cantidad por la exposición al sol.
La dermis, la capa intermedia, es más elástica debido a que contiene fibras colágenas, y hay allí gran cantidad de vasos sanguíneos y del sistema linfático. Además, posee terminaciones nerviosas, receptores sensoriales, las raíces de los pelos y las glándulas cutáneas, que son las sudoríparas, las olorosas y las sebáceas, productoras de grasa.
La hipodermis, está formado por tejido conjuntivo y en él se acumula la capa adiposa. Ésta tiene la función de almacén de energía y de aislante frente al frío, y su grado de acumulación depende de la región del cuerpo.
La piel se encuentra en un estado constante de renovación debido a la actividad celular de sus capas profundas, varía de textura, flexibilidad, color, olor, temperatura y otros aspectos. Lleva consigo su propia memoria de experiencia, define nuestra individualidad; no sólo tenemos huellas digitales que son únicas, también tenemos una disposición de poros que es única. Es nuestra piel lo que se interpone entre nosotros y el mundo, constituye aproximadamente el 12% de nuestro peso corporal.
La punta de los dedos y la lengua son mucho más sensibles que otros puntos del cuerpo. Las partes más pilosas son generalmente las más sensibles a la presión, porque hay muchos receptores sensoriales en la base de cada pelo, también es más delgada la piel donde hay cabello o vello. El sentido del tacto no está en la capa externa de la piel, sino en la segunda, en la dermis.
Las sensaciones son percibidas por medio de receptores, que son los encargados de enviar la señal al cerebro y se encuentran alrededor de todo nuestro cuerpo, distribuidas entre las diferentes capas de la piel.
Los Corpúsculos de Meissner, nos permiten identificar la forma y tamaño de los objetos, así como diferenciar lo suave de lo áspero. Son sensibles al contacto, y muy abundantes en las yemas de los dedos y la punta de la lengua.
Los Corpúsculos de Pacini son los que determinan el grado de presión que sentimos; nos permiten darnos cuenta de la consistencia y peso de los objetos y saber si son duros o blandos. En algunos casos, el peso se mide de acuerdo al esfuerzo que nos causa levantar un objeto. Por eso se dice que el peso se siente por el “sentido muscular”. Responden muy deprisa a cambios en la presión y tienden a reunirse cerca de las articulaciones, en algunos tejidos profundos, así como en las glándulas genitales y mamarias.
Los corpúsculos de Ruffini, perciben los cambios de temperatura relacionados con el calor, nuestra temperatura normal oscila entre los 36 y los 37 grados. Especialmente sensible a estas variaciones es la superficie o cara dorsal de las manos.
Los corpúsculos de Krause son los encargados de registrar la sensación de frío, que se produce cuando entramos en contacto con un cuerpo o un espacio que está a menor temperatura que nuestro cuerpo.
Terminaciones nerviosas libres: Éste es el tipo más sencillo de receptores, ya que constan de neuronas desnudas, con sus dendritas dirigidas hacia arriba. Producen las sensaciones del tacto, el dolor, los cambios de temperatura y el picor. Se hallan en la piel y en el tejido conjuntivo de debajo de ella.
Corpúsculos de Golgi: Nos informan sobre la contracción muscular, ya que se hallan en el tejido que envuelve los músculos y los tendones, y nos informan de su tensión. Su aspecto es parecido al de los corpúsculos de Pacini.
Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por los diferentes receptores a través de las vías nerviosas hasta la médula espinal y finalmente llegan a la corteza cerebral, específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de Rolando, donde se hacen conscientes y se interpretan.
El pelo y las uñas también forman parte de la piel. El pelo no tiene terminaciones nerviosas, y no transmiten impresiones al cerebro. Cuando nos cortamos el pelo o la uñas porque están muy largas, no se siente el dolor. No obstante, las uñas y el pelo nos protegen el cuerpo.
PREGUNTA: ¿Cuál es la capa superficial de la piel y que está en contacto con el exterior?