El IMPERIO BIZANTINO
Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente, el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio, contaba con una excelente situación económica que le permitió mantener un ejército bien dotado y una administración eficaz. Con estos elementos consiguió superar y desviar los ataques exteriores. La historia del Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el imperio entre sus dos hijos, y a Arcadio le asignó el bizantino. En el siglo VI surgió un emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo. En el año 527, al morir el viejo, emperador Justiniano, le sucedió su sobrino. Justiniano. Pertenecía a una humilde familia de campesinos macedónicos, pero poseía gran talento: era sumamente culto y de gran inclinación artística, aunque carecía de energía suficiente. Estaba casado con la célebre Teodora, mujer de fama escandalosa, pero dotada de extraordinario talento e indomable voluntad, a ella debió Justiniano gran parte del éxito de su gobierno.Las invasiones germánicas acabaron pronto con el imperio de Occidente, en tanto que el de Oriente, osea el imperio Bizantino, se mantuvo durante toda la Edad Media, 10 siglos más que el Romano. En sus principios el imperio Bizantino tenía como fronteras: el mar Jónico, el río Danubio, el mar Negro, el río Tigris y Arabia. El centro del imperio fue la ciudad de Constantinopla, llamada así pos Constantino el Grande y ubicada en el mismo lugar en que estaba una antigua colonia griega llamada Bizancio.La “Nueva Roma”, como fue denominada, se convierte en el centro de la política del imperio y fue poblada por gentes de todas las partes del mundo romano, predominantemente por los griegos. Por eso Constantinopla como centro del mundo bizantino, revitalizó la cultura y el espíritu helénico en plena decadencia romana.
El código JustinianoEn cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del derecho romano, que contribuía, además, al basamento de su poder. En el año 528 ordenó elaborar un código que recogía todos los decretos imperiales que se habían redactado a partir del Edicto Perpetuo de Adriano. A poco de subir al trono, el emperador encargó a su amigo el gran jurista Triboniano que revisara todas las Leyes Romanas a partir del Edicto Perpetuo de Adriano, las armonizara con el cristianismo y finalmente las ordenara por materias. Y en el año 530 promulgó el famoso código que de inmediato se transformó en la base jurídica del Imperio y de todo el Occidente. Así, por obra de Justiniano, Roma continuó rigiendo al mundo sus leyes, casi hasta nuestro siglo. También tuvo tiempo este gran emperador para dar un fantástico impulso a las artes: en Constantinopla se multiplicaron los palacios, los templos más espléndidos del mundo, y su Corte Imperial fue más fastuosa y brillante que hasta entonces se había conocido. Pero entre todas las obras sobresalió, sin discusión, la Catedral Santa Sofía (imagen): su lujo y su esplendor en mármoles, mosaicos y pedrería constituyeron el símbolo de la gloria del Imperio. En Bizancio el poder del emperador era absoluto, no tenía ningún límite de carácter constitucional. La Iglesia también estaba bajo su autoridad, existía el cesaropapismo. En Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del Estado. Los territorios recuperados por Justiniano se perdieron para el imperio luego de su muerte. Y A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su poderío en las costas de España. En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el Islam, le arrebató extensos territorios (Egipto, Siria, Palestina y África). A partir del siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos de origen eslavo (croatas y serbios). El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era Tracia. Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única "gran ciudad” de la Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró mantenerse independiente hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder turco. La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una importante actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las industrias textiles, la cerámica, la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su privilegiada situación geográfica comerciaba con el Norte, Oriente y Occidente. Actuaban en realidad, como intermediaria comercial, compra de productos de Oriente, generalmente de luto (especies piedras preciosas, oro) y los vendía en Occidente. Constantinopla se convirtió de este modo en un centro comercial muy importante; su moneda de oro, bezante, fue muy utilizada.
La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla como una cultura síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los grecorromanos, los cristianos y los orientales. Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y que actuó como depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En Bizancio se preservó gran parte de las obras literarias de griegos y romanos. Justiniano realizó también una importante codificación de las leyes romanas. Además del Código ya mencionado que recogía los decretos imperiales, su labor continuó con: Y El Digesto o Pandectas: reunía los textos de los juristas romanos importantes. Las Institutos: destinadas a los estudiantes, contenían los principios básicos del derecho. Y Las Novelas: consunto de leyes nuevas. El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del cristianismo y la cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas. En suma, fue “el punto de unión” entre Oriente y Occidente. Las artes, en ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las formas orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la elección de temas como la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles). La arquitectura bizantina fue su más bella expresión. Los ejemplos más importantes son la catedral de Santa Sofía, de Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena. Su particularidad es el uso de la cúpula en la construcción de las iglesias. La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o complementarias de la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la decoración (paredes y bóvedas). En cambio, se destacaron en las llamadas artes industriales’: la fabricación de joyas y toda clase de objetos suntuarios, realizados con oro, plata y piedras preciosas; los tejídos de seda; los bordados y las encuadernaciones, muy apreciadas en las regiones con las que comerciaban. PREGUNTA: Justiniano dispusó una gran codificación del derecho romano. En el año 528 ordenó elaborar un Código que recogía: